domingo, 25 de octubre de 2015

Resumen: Nuevas piezas para el 'puzzle' de la esquizofrenia, Gonzalo Casino.

La esquizofrenia es una enfermedad realmente compleja ya que en ella intervienen varios factores: genéticos y ambientales (bioquímicos, personales, familiares y sociales).
Genéticamente hay distintos genes causantes que actúan de diferentes maneras. Se han encontrado genes de vulnerabilidad en los cromosomas 5, 6, 1 y 22. En todos los afectados hay una leve mutación del gen que produce una alteración de la proteína cerebral WKL1, relacionada con la comunicación entre las neuronas.
En los factores ambientales se encuentran tres áreas de investigación: la neurobioquímica (alteraciones de los neurotransmisores cerebrales), la neuropsicológica (factores de vulnerabilidad previos a los síntomas) y la neuroimagen (alteraciones funcionales y estructurales del cerebro). Los resultados apuntan a otros factores como la malnutrición fetal, las infecciones, traumas perinatales o el estrés. 
Al ser el gen un causante de esta enfermedad existe un tratamiento mediante fármacos con el que actualmente el 25% se recupera por completo. Estos fármacos producen menos efectos secundarios que los de décadas anteriores, mejorando así su efectividad y haciendo que los enfermos tengan menos recaídas y mayor adaptación social. También forma parte del tratamiento la rehabilitación social y laboral. A pesar de todo para muchos esquizofrénicos estas terapias son insuficientes. 
Aunque la esquizofrenia es considerada un trastorno psiquiátrico, la mayoría de los enfermos presentan daños cerebrales cuyos síntomas pueden ser positivos (trastorno del pensamiento, alucinaciones y delirio) y negativos (pobreza de lenguaje, retraimiento social, incapacidad para experimental placer...) que se observan también en otras patologías neurológicas.  

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